Alfredo Catalán

El Hatillo que elegimos empieza con agua, no con construcciones

Cuando uno piensa en El Hatillo, no piensa en concreto. Piensa en verde. En la neblina bajando por la montaña, en el silencio que interrumpe el canto de un pájaro, en el sonido de una risa que sale de una casa con patio y matas. En eso que llamamos, con orgullo, hatillanidad.

Pero esa hatillanidad está en riesgo. Porque se nos ha impuesto un modelo de desarrollo que no conversa con nuestras raíces, ni con nuestras realidades. Un modelo que privilegia las torres antes que las tuberías, que construye sin planificación, y que no pregunta si hay agua antes de ofrecer más apartamentos.

¿Hasta cuándo vamos a aceptar que se construya sin que llegue el agua?
¿Hasta cuándo abrimos el grifo con incertidumbre?

Sé que el tema del agua no se resuelve con una varita mágica. Pero también sé que en estos 12 años se priorizó el cemento por encima del sentido común. Y eso lo estamos pagando todos los que abrimos el grifo esperando que no sea otro día más sin servicio.

No se trata de estar en contra del crecimiento. Se trata de elegir cómo crecer. Porque en El Hatillo podemos tener desarrollo sin perder el alma. Podemos construir con orden, con criterio ambiental, y sobre todo con respeto por quienes ya viven aquí. Porque ningún proyecto, por grande que sea, tiene sentido si sus habitantes no pueden cubrir sus necesidades básicas.

La primera infraestructura que merece atención no es el próximo edificio: es la red de agua.
La primera inversión que debemos exigir no es en concreto, sino en soluciones hídricas reales, sostenibles y bien ejecutadas.

La hatillanidad no puede ser un recuerdo de nuestros abuelos. Tiene que ser una elección diaria. Y eso pasa por defender lo esencial: el agua, el verde, el aire puro, la tranquilidad. Pasa por levantar la voz y decir sí al desarrollo, pero no al desorden.

Por eso estoy aquí. No para prometer milagros, sino para plantear soluciones claras. Para auditar lo que se ha hecho, detener lo que daña, y rediseñar lo que viene.
Porque El Hatillo no necesita más excusas. Necesita liderazgo, planificación y compromiso.

Hoy te invito a que elijas. Elijas el Hatillo que quieres para ti y para los tuyos.
Uno donde el agua no sea un lujo. Donde las construcciones respeten el entorno.
Y donde la hatillanidad vuelva a ser motivo de orgullo, no una postal de lo que fuimos.

Yo elijo ese Hatillo.
¿Y tú?

— Alfredo Catalán

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *